Aquí vamos a considerar específicamente el caso de los suicidas, ya que es el que nos interesa. Este es muy triste. Al respecto, el Maestro Kuthumi dice:
« Los suicidas que esperando locamente escapar de la vida [con asombro descubren que] se hallan aún vivos [a nivel sutil], y tienen suficiente sufrimiento en reserva para ellos proveniente de esa misma vida. Su castigo está en la intensidad de esta última [la reserva de sufrimiento que siguen experimentando en el Más allá]. » (CM 16, p109)
O sea que el suicida que cree que va a liberarse de su tortura quitándose la vida, descubre con estupefacción y horror que sólo aniquiló su envoltura física, pero que sigue “vivo”, y sigue consciente del sufrimiento que lo impulsó a suicidarse. Para colmo esa tortura la va a vivir más intensamente porque el cuerpo físico es como una esponja que absorbía mucho del sufrimiento. (Es por eso que la gente que tiene grandes penas o enojos termina seguido con algún órgano dañado, porque la mayoría de esa vibración negativa la absorbe el cuerpo). Por lo tanto sin el cuerpo físico que atenué su sufrimiento, el suicida va a sufrir mucho más intensamente, quedando esclavizado de su tormento hasta que termine lo que habría sido la duración natural de su vida.
Luego, cuando por fin llegue la hora de la liberación y comience su estado de gestación, esa tortura mental le habrá hecho perder gran parte del recuerdo de lo que experimentó en la Tierra mientras que estuvo activo en el plano físico.
[Observen a los presos que estuvieron mucho tiempo en el calabozo, cuando salen ya no son más que una pequeña parte de lo que fueron. Su larga estancia en prisión les hizo perder mucho de su personalidad y de sus recuerdos, y ya no logran integrarse a la sociedad.]
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